La Coral Harmonía Polifónica celebra la X edición de su concierto de Navidad
Una conocida entidad bancaria española ha enviado a sus clientes su felicitación navideña con el formato de un youtube. Al clicar aparece un grupo de niños y niñas sacudiendo unas panderetas sin orden ni concierto y moviéndose a su aire. Se oyen voces. Seño, estoy cansado. Seño, quiero agua. Cuándo nos vamos, seño. Y de pronto, se arrancan a cantar un conocido villancico como si la sed, el cansancio o el aburrimiento no hubieran hecho mella en ellos. Todo era ya alegría.
Pues algo así nos sucedió en esta X edición de nuestro concierto de navideño. Durante el ensayo previo nos pasaba de todo. Un compañero no calculó la altura de un escalón y fue a dar con el suelo ¡horror! Y se oían voces. Me pica la garganta. Se me ha dormido un pie. No me he puesto bien el velcro del protector de las lumbares. Toma un caramelo de propóleo. No, que ya llevo uno de jengibre… ¿Vendrá público este año? Y si fuera posible habríamos visto como, poco a poco, a nuestro querido director Ernest le sobrevenía un hervor de sangre. Y de pronto se oye el anuncio de nuestra salida; nos colocamos en posición de luna creciente y miramos a nuestro director. Al frente, todos los bancos ocupados por un público fiel. Y sonaron los villancicos tan bien como el de los niños de la felicitación. El público sonreía y aplaudió y al finalizar algunas personas hasta se pusieron de pie para aplaudir. E incluso algún bravo se oyó de fondo, al concluir nuestra versión de Nadala del Desert, de la compositora Matilde Salvador.
Al salir, un compañero lleno de sonrisas dijo: he cantado como un angelito. Un adulto mayor, porque eso es lo que somos la casi mayoría, que estaba feliz como un niño. Pues así obra el espíritu de la Navidad en muchas personas. Como cuando en la nochebuena de 1914, cientos de miles de soldados, de diversas naciones y en idiomas distintos, entonaron la canción Noche de Paz, desde las trincheras de la I Guerra Mundial, en aquellas horas de tregua que más tarde serían conocidas como el “milagro de la hermandad”. Ese milagro que cada año todos esperamos. Especialmente en este año, cuando en el Mundo hay tantas guerras cercanas que a diario nombramos y tantas lejanas que parece que hemos olvidado.
Un año más, la Iglesia de San Juan de la Cruz ha sido el lugar elegido para ofrecer nuestro concierto de Navidad, en esta ocasión dentro del X aniversario de la Coral Harmonía Polifónica. No podíamos elegir mejor escenario que esta iglesia, que en su día fue la Parroquia de San Andrés y que fue una de las primeras que se fundó, tras la conquista de Jaime I de Aragón, sobre una antigua mezquita. Y tras más de cincuenta años cerrada, fue restaurada por la Fundación La Luz de las Imágenes, en aquel recorrido que se llamó “La gloria del barroco” y, aunque ya no es parroquia, está al cuidado de una comunidad de Carmelitas Descalzos que habitan en las dependencias conventuales de esta iglesia y sigue celebrando misas. Nuestro agradecimiento a la comunidad es doble, porque además de permitirnos ofrecer el concierto en este monumental templo, lo mejor es la amabilidad con la que siempre nos acogen.
Nuestro programa este año ha incorporado alguna pieza que si bien no es estrictamente navideña, sí tiene ese punto de nostalgia que en ocasiones surge en estas fechas. Y como siempre, nuestro director Ernest Artal, junto con el pianista Mario Gonzalez Puche, nos llevaron a esa ensenada marina donde la calma hace que todo sea posible y salga del modo esperado.
Los niños del coro del anuncio se harán mayores y, tal vez un día, se unan a cantar como este grupo de adultos mayores, que tiene tanta ilusión por cantar. Porque cantar en Navidad tiene algo especial que no sabemos que es, pero que parece tener algo de magia o tal vez sea el profundo anhelo de vivir en armonía. Por eso trataremos de volver en la próxima Navidad.
Ana Piera Orts – Contralto
Leer a Ana Piera es chute de emoción en vena. Gracias una vez más Ana. Elevas la normalidad o lo Sublime.