2º Concierto X Aniversario C.H.P. – REQUIEM DE FAURÉ

Segundo concierto de la celebración del X aniversario de la Coral Harmonía Polifónica

El domingo 14 de mayo, la Coral Harmonía Polifónica de Valencia ofrecía su segundo concierto programado, dentro de las celebraciones de su décimo aniversario. Con el mismo programa que se interpretó el pasado 29 de abril , dirigidos por nuestro director musical Ernest Artal, con los solistas que nos acompañaron en ese concierto, Aurora Peña y Cristofer Villegas y la orquesta integrada por los mismos profesores de música, se festejó la creación y la evolución de nuestra Coral. Lluna Castelló, la joven violinista de dieciocho años, nos volvió a emocionar. Es seguro que dentro de unos años su nombre sonará con fuerza, como miembro de algún conjunto orquestal relevante.

Lo que cambiaba en este concierto era el lugar elegido: la Parroquia de Jesús Maestro. Un templo ubicado en el barrio de Monteolivete y de cuya estructura arquitectónica ya dimos cuenta en la reseña de nuestro primer concierto de Navidad, en diciembre pasado. Solo recordaremos en estas notas que su techado a dos alturas, posibilita que el sonido viaje a través de un tubo sonoro seco. Puede uno declamar sin micrófono y se le oye con claridad cada una de las silabas pronunciadas.

En esa caja sonora los errores se perciben con más rapidez, pero si los aciertos priman sobre el error, entonces el disfrute está servido. Y así sucedió. Las dos primeras obras, compuestas por Artal, sonaron con fuerza y delicadeza a un mismo tiempo. El impacto que cada cual pudiera percibir es difícil saberlo; pero había personas entre el público que cerraron los ojos mientras balanceaban su cuerpo. Es de suponer que la música obró algo en ellas.  La segunda parte, con la interpretación del Requiem de Fauré, la coral sonó de tal modo que alguna instrumentista, envuelta por esa coralidad, no evitó expresar su sorpresa por el cambio que la coral había experimentado y que se manifestó en los momentos de mayor fuerza sonora. 

Y es que la periferia tiene algo especial. Parece que arrastra hacia la naturalidad y hacer posible lo no pensado. En el templo fue necesario reorganizar todo el espacio para que orquesta y coral se colocaran al fondo. Y a ello su puso la feligresía. Bancadas del revés. Reclinatorios convertidos en pequeñas misericordias como las de las sillerías de los coros de los templos monumentales, de manera que en ellos se apoyaron una parte de los coralistas que tenían que sobresalir por detrás, cerrando la media corona que envolvía a la pequeña orquesta. Nadie que no conozca ese templo, puede imaginar los movimientos del mobiliario que se acaban de describir. ¿O tal vez sí? Todo patas arriba, para volver a colocarlo en su sitio una hora y media después, para dar paso a la celebración de la misa vespertina. 

Sin duda, el posibilismo de todo este trasiego vino de la mano de Enrique Montal Alcayde, párroco de Jesús Maestro que, además de amigo de muchos de nosotros, es un amante de la música, de la que siempre dice que es una forma de acceder a lo bello y profundo que hay en la Creación. 

El propio Montalt congregó a muchas de las personas que asistieron, a las que luego invitó a unirse a la Procesión de la Virgen de los Desamparados. Otras en cambio eran sencillamente personas de Monteolivete y de otros lugares que acudieron a la luz del anuncio musical. Todas permanecieron silenciosas y esperaron contenidas los momentos finales de las tres obras interpretadas, para estallar en aplausos y acabar poniéndose en pie. 

Su entusiasmo y sincera acogida nos sirvió para atenuar nuestros nervios y disfrutar de ese público tan especial, ante el que “echamos el resto”. Nuestro décimo aniversario que, a decir verdad, ya se cumplió en tiempo de pandemia, no ha podido ser mejor. Si cupieran en este texto todos los nombres de las personas que integran la coral, de la que emana también su propia Junta Directiva, tendríamos que poner junta a cada uno, el icono de unas manos que aplaudiesen a todo nuestro público en agradecimiento. Son esas personas las que nos animan a seguir también. 

En este concierto también pudimos contar con la gran ayuda de los miembros de la Asociación Española contra el cáncer que, de nuevo se encargaron de la atención a los asistentes con la distribución de las invitaciones a la entrada del concierto, al tiempo que realizaron una cuestación contra el cáncer. La Coral Harmonía Polifónica de Valencia inicia con ellos una andadura de colaboración que seguro será un elemento que propiciará la solidaridad.

Y de nuestro director, Ernest Artal, solo podemos añadir un detalle. Dicen que las personas tienen dos caras. Pues bien, para nosotros Artal tiene más bien dos posiciones. La que ve el público: un hombre que parece bailar como un brujo, con movimientos casi de cuento. Y otra la que vemos nosotros. Sepan ustedes, lectores de esta reseña, que nos ofrece indicaciones con todos los gestos posibles de su rostro: sonríe, se enfada, entorna los ojos con ánimo de lanzarnos el atril, nos anima, nos arranca el sonido de nuestras gargantas y, por si fuera poco, canta con nosotros, de tal manera, que no solo entramos  cuando nos da la indicación, sino que acompasa cada sílaba con el tiempo del cada compás y, por eso, no necesitamos mirar la partitura, porque nos va mejor leerle los labios, eso nos asegura que cantamos en el tempo musicale corretto.

No podíamos pedir más para este final de celebración de aniversario. La experiencia nos anima a seguir mejorando y ponernos frente a retos de igual o mayor envergadura musical. Nos sentimos agradecidos y les esperamos en nuestro próximo concierto. Ya les anunciaremos por donde van nuestros caminos musicales. 

¡Hasta pronto! Y si pueden guárdense el programa del concierto. Sirve como un bonito marca-páginas. Así recordarán la obra de Fauré: un bellezón que invita a rememorarlo con su “Liberame Domine”. 

Ana Piera Orts. Cuerda de contraltos